jueves, 5 de noviembre de 2009

martes, 4 de agosto de 2009

Una gota




Sabemos que va a pasar, pero no cuándo. Sabemos cómo será, pero no por qué.
Podemos intuirlo, desearlo, forzarlo y hasta fingirlo. Pero cuando tratamos de evitarlo, si es que podemos, parece como si se acumulara en nuestro pecho y la garganta doliera al tragar.
Muchas veces es necesario, otras inoportuno.
Una gota basta para sacar el alma.


sábado, 1 de agosto de 2009

Época

Como todas las tardes salí a caminar. El cielo celeste acuarela, el sol amarillo crayón y una brisa a la que no presté atención.
Caminé sin cesar, sin mirar, concentrándome en mis pasos y en el suelo; en no tropezar con esas raíces que parecen querer escapar de la tierra.
Llegando a una esquina veo un hombre parado junto a las vías de ferrocarril. El cielo comenzó a cubrirse de pájaros de colores: amarillos, verdes, rojos, azules.
Sigo caminando y vuelvo a ver a otro hombre y de nuevo los pájaros.
Al día siguiente sucede los mismo, en varias esquinas. En el pobre y seco campo, las aves junto a los niños. Parecía que ellos le decían qué era lo que tenían que hacer.
Me resultó extraño, pero me di cuenta que no era un deja vu, es época de barriletes.

viernes, 24 de julio de 2009

Búsqueda

Era una casa vieja, había personas por todos lados. En la cocina, en los dormitorios, en el antiguo living. La verdad es que no conocía a ninguno de ellos.
Había una fiesta que duraría más de un día. Era a la canasta. Uno de los invitados me pedía algo para comer. Busqué en la heladera, en la alacena pero no encontraba nada.
Por fin aparece Juana quien me pide que la acompañe a un lugar. Subimos una escalera de hierro negra; arriba estaba Sebastián. Juana habló con él y luego bajamos. No había baranda, un escalofrío recorrió mis piernas. Bajé y volvimos a la fiesta.
Seguía sin encontrar lo que buscaba. ¿Qué buscaba?
Agustín quiere estar cerca de Mari y se acuesta a su lado, en la cama que estaba en la galería.
Cansada ya de lo mismo me voy a dar vueltas en avioneta, pero sin volar. Tomo un camino de tierra, donde altos árboles me acompañan. Llego a la casa de mi padre que está hecha de chapas, maderas, ramas, gomas... cosas que fue encontrando por la calle. Pero lo más interesante es que está arriba de un árbol. Él siempre quiso vivir en las alturas porque dice que así escucha mejor a la naturaleza. Su perro me ladra.
Le digo a mi padre que estoy esperando que me pasen a buscar. Cuando James llega me sube a una caballo, pero al revés. El animal empieza a correr, lo freno. Me bajo y me doy cuenta que era un perro. Otra vez me engañaron.