sábado, 2 de junio de 2007

NOSOTROS

De eso se trata,
lo prohibido se hace en silencio.
El deleite: transgredir las leyes.
El silencio es nuestra patria, debe serlo.

No hay aproximación a la idea de tu beso
las palabras son vanas, las ideas meras,
y la cordura, el equilibrio de mis pulsos,
hilo demasiado fino, como el tiempo.

Y esperar... esperar tal vez sea
el alimento,
para el ser
que creamos juntos.

La indescifrable razón de nuestro deseo,
la concreción del mismo.
Las palabras son manos
y con ellas, nos tocamos.

Nadie entendería nada de esto.
La luz de nuestros ojos es la oscuridad de los otros.
Rodeados de miradas, estamos solos,
laberinto de espejos.

Me encuentro desorientado,
el único rumbo es tu alma,
o el destierro.
¿Estamos solos?

REALIDAD ONÍRICA


El doctor Bolskovich se encontraba acomodando los últimos preparativos para su gran creación, en la que estuvo trabajando durante cinco años. Sus informes científicos contenían la forma de crear órganos artificiales para ser transplantados cuando todos los recursos estuviesen agotados. Seguía con la vista su viejo cuaderno manchado de café donde anotaba sus conclusiones. El doctor tenía una especie de simbiosis con él. Se detuvo en la parte del informe donde decía: “… he llegado a la conclusión que combinando e inyectando sustancias orgánicas particionadas con el método Bolling e inorgánicas del tipo beta oxiulosis a un músculo cuya forma imita a un órgano de cualquiera de los sistemas del cuerpo humano, se puede lograr que este músculo artificial reemplace a dicho órgano. Restaría comprobar que porcentaje de tolerancia poseen los hombres con respecto a este cuerpo extraño.”
Ya no quedaba tiempo, dirige su mirada al paciente con quien iba a experimentar su primer transplante de un órgano artificial. Sus manos estaban tensas para comenzar con la operación. Caen los minutos. Inesperadamente el paciente se descompensa. Disminuyen los signos vitales, Bolskovich busca reestablecerlo mediante distintas drogas, electro shock y todos los recursos pensados y repensados. Nada revierte la situación.
Desesperación. Gotas de sudor heladas recorren su rostro pálido. Todo oscurece para él, al observar aterrado, que el paciente sangraba demasiado rechazando al órgano transplantado.
Bolskovich siente el final, un silbido agudo acapara todos sus sentidos…

El reloj marcaba las 3 y 14 am. Tomás sintió que el alivio recorría su cuerpo al saber que había vivido otro de sus sueños como todas las noches. Y como todos los días debía levantarse a las 7 am.
Ya en la oficina, comenzó a acomodar los primeros papeles, encendió su PC y revolvió su café oscuramente amargo. Un sonido le avisó que le había llegado un e-mail del cual desconocía su emisor. Asunto: “INFORMACIÓN CONFIDENCIAL”, el mensaje decía: “Sé donde está el cuerpo que buscás. No te apresures, pronto tendrás más noticias.”
No entendía, ¿De que cuerpo estaba hablando? Pensó que ese mail podría ser una de esas bromas que hace la gente que está al pedo. Encendió un cigarrillo, tenía asuntos urgentes que tratar, y eso lo ponía nervioso.

Mecánicamente inició el rito matinal. Ya en el subte, camino a su trabajo, recordaba su último sueño.
Al llegar despejó su escritorio. Ana, su secretaria, le alcanzó las últimas cartas recibidas. Tomás prendió su PC, el desconcierto fue tal al ver en su pantalla el mismo e-mail que vio en sus sueños que se sobresaltó al escuchar su celular y más aún al oír una vos femenina que decía: “Nada es casual…” La comunicación se cortó antes de que él pudiera reaccionar.
Se acercó a Juan Cruz, su compañero de trabajo, para preguntarle si sabía algo acerca de algún asesinato ocurrido en estos días.
_Asesinatos, uno por minuto. ¿A dónde trabajás? La novedad es la desaparición del Juez Ascanio. Dicen que salió temprano de su casa y nunca llegó al juzgado._ dijo Juan Cruz con una sonrisa irónica.
_¿Secuestro? Preguntó Tomás.
_Con esta gente nunca se sabe. Mirá, Ascanio es un buen tipo pero estaba investigando cosas grosas y hay gente VIP que quedó pegada._ responde Juan Cruz _¿Que pasa Tomás, no estás durmiendo bien? ¡Tenés una cara che!
_Estoy pensando en Ascanio, al tipo lo hicieron mierda._ dijo Tomás y calló.
_¿Te parece? Mirá que ahora la moda son los secuestros_ dijo su compañero como dudando.
Tomás levanta su ceja izquierda (eso lo hace cuando algo no le cierra), sonríe a Juan Cruz y retoma su trabajo.
Durante todo el día y a la par de su actividad Tomás investiga el caso del juez. Al llegar la noche, estando en su departamento hojea el diario y se detuvo en la sección de viajes.
Relajado en su puff. Una cerveza en su mano. Imaginaba las aguas de Brasil. De fondo, uno de esos temas que lo movilizaban. Sabina en la radio: “Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido…” Noche que llamaba al recuerdo, es que en Buenos Aires estaba muy solo. Extrañaba al Negro, su amigo del alma; a Paula, su primer amor; los interminables partidos con sus amigos en la canchita que estaba a la vuelta de su casa; el olor tan lejano y querido de su casa, mezcla de fresias y comida casera. Las pizzas de su madre convocaban a todos sus amigos en Pergamino, y al sentir ese recuerdo tuvo ganas de revivirlo… solo, en una enorme ciudad.
Buscó la receta, ya que nunca tuvo memoria para la cocina. Sabía que estaba en el segundo cajón de la alacena, junto a otras recetas, tapitas de cerveza y servilletas de papel. Una vez que la tuvo en sus manos comenzó a leerla. Comprobó que contaba con todos los ingredientes y comenzó a prepararla. Después de cenar, miró una película donde un hombre que padecía de insomnio extenuante salió a vagar por las calles y fue testigo de un brutal asesinato.
Tomás dejó su cuerpo sumergido un largo tiempo en la bañera, quizás quería relajarse. Aún retumbaban escenas de la película, escenas de su vida y de sus sueños.
El sonido del timbre lo sobresaltó. Una carta. Era de Francisca. Con ella compartió la secundaria en Pergamino. El destino los unió en Buenos Aires, pero esta vez fueron otras las miradas, otros los motivos, otras circunstancias.
Ella llegó a la Capital para estudiar Abogacía, carrera que implicaba ciertos compromisos. Compromisos en los que se involucraba apasionadamente.

Tomás:
Me acaba de surgir un viaje a Inglaterra que no estaba en mis planes. Igualmente estaré ahí en unos días para despedirme y charlaremos sobre esto personalmente.
Como te conozco demasiado te pido que no te preocupes, está todo bien.
Besos, Francisca
(Pooh)

Tomás sonríe al leer el apodo que la hacía poner rabiosa. Un álbum fotográfico pasaba por su alma. El amor había sido diferente y absoluto, aún lamentaba el día que la perdió. Al poco tiempo, ella terminó su carrera y sumado a la pelea, Francisca encontró motivos suficientes para volver a la ciudad.
Dos días después Francisca llamó, ya en Buenos Aires, lo esperaba en el bar de siempre en una hora.
Tomás estaba feliz y ansioso por el encuentro, partió hacia el bar. Estando a pocos metros ve un tumulto de gente, una ambulancia, policías. Él se acerca para averiguar qué pasaba y comenzó a mimetizarse entre la gente.
Estupor. El cuerpo. La calle. La gente. Sorpresa más confusión. Francisca…
_ ¡¿Qué pasóoo?! ¡Por Diosss! ¿Qué es esto?! Grita Tomás a punto de llorar. Un hombre de bigotes, a su lado, lo tomó suavemente del brazo y le dijo: “Parece que la atropellaron con intenciones de matarla. Mirá, yo trabajo en el kiosquito al lado del bar y me llamó la atención ver a un auto, que estaba estacionado frente al negocio hacía rato, y de golpe… arrancó con toda velocidad, llevándose a la piba por delante como si nada.”
Un adolescente, sin dejar de mascar chicle, escuchaba el testimonio y agregó: “Si, la mina voló como tres metros y quedó estampada acá. Así como la ves y murió al toque.”
Tomás estaba paralizado, había entrado en una especie de estado de shock emocional. Atinó a agradecer a estas personas y, dando media vuelta, caminó sin destino, mientras pesadas lágrimas no lograban aliviarlo de tanto dolor.
Sonaba el tema One, era su celular. Tomás despierta nuevamente. Era Juan Cruz que le preguntaba el motivo de su tardanza. “Me quedé dormido”, dijo Tomás mirando el reloj. Sentado al borde de su cama, pasó sus manos por el rostro. Las vio mojadas. Recordó.
Llegó a la oficina y su compañero le comentó la novedad: _Parece que hay un juicio en el medio del caso Ascanio. Ayer el juez iba a dar el fallo en contra de una empresa que tiraba residuos en un río. Es una hipótesis._
_¿No sabés que empresa es? Pregunta Tomás.
_Mmmm… no estoy seguro pero creo que es Papers_ responde Juan Cruz.
_¿Que?! Es el mismo caso en el que trabajaba Francisca_ dice Tomás sorprendido.
_Ja!! Me imagino que ella estaba defendiendo a los demandantes…. Siempre tuvo delirios de Robin Hood_ acotó Juan cruz sonriendo y como para calmar a su amigo.
Tomás siguió investigando sobre el caso. Escribió un e-mail al desconocido del día anterior preguntándole dónde estaba el cuerpo y si pertenecía la juez.
Llamó a Francisca, a su casa de Pergamino, para saber si se encontraba bien. Contesta su madre. Francisca se marchó días atrás, su familia no sabía a dónde. Sólo dijo que estaba en peligro. La intranquilidad hizo que llamara a Silvia, una amiga de Francisca que vivía en Buenos Aires. Ella tenía el compromiso de callar. Su voz sonaba a complicidad, Silvia los iba a reunir.
Recibió un mail, era el esperado. Efectivamente, el cuerpo era de Ascanio, se encontraba en una fábrica abandonada en las afueras de Buenos Aires. La Pos Data era: “Esperá mi llamado”.
Esperar, otra vez esperar. Sacó el atado de cigarros del bolsillo de su camisa negra, pidió fuego y se dirigió a la máquina expendedora de café. Cruzó frías miradas con algunos de sus compañeros. Por una ventana observó el transcurrir de la ciudad que le era tan ajeno. Gotas de café dibujaron manchas en su pantalón. Ansió desesperadamente que el teléfono no siga la danza macabra de acertijos. La voz deseada sonaba cercana e intranquila. _¡Francisca! ¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Qué pasó? Soñé con vos, pero no fue bueno._ dijo quebrándose.
_Estoy bien, no te preocupes. ¿Recibiste mi último e-mail? No pude identificarme porque corro riesgos. Lo de Ascanio fue un aviso para todos los que estamos metidos en el caso…_
_Necesito verte_ irrumpe Tomás _Decime a dónde y voy para allá._
_Te espero en la casa de la abuela de Silvia ¿Te acordás dónde queda?_
_Si, si. Ya salgo. Chau_
_Chau, nos vemos_ se despide Francisca.
Tímidamente y con algo de incomodidad se abrazan.
Ascanio se acercaba al final del caso, iba a fallar a favor del demandante. La empresa hubiese tenido que pagar millones a los damnificados; contaba Francisca. _La información te la envié porque nos tenemos confianza y sé que te interesan estos casos._ le confiesa Francisca. Los datos de dónde se hallaba el cuerpo los recibió ella a modo de amenaza. Estos datos ya estaban en manos de la policía. El caso comenzaba a cerrarse, Tomás en su crónica escribió:

EL CASO QUE CONMUEVE AL PAÍS.
SOSPECHOSA MUERTE DEL JUEZ ASCANIO.
LA FAMILIA HABRÍA RECIBIDO VARIAS AMENAZAS RELACIONADAS CON UNA CONOCIDA EMPRESA.
El jueves 20 de abril, día en que el Juez Ascanio daría el fallo judicial, contra la empresa, salió de su casa muy temprano, como siempre, y nunca llegó a tribunales.
Avisaron a la familia de lo sucedido. Éstos intentaron comunicarse a su celular sin tener éxito. Posteriormente hicieron la denuncia en la Comisaría 27ª de Barrio Norte. La búsqueda comenzó y encontraron su auto intacto en un callejón del Barrio La Boca. Pero el juez no aparecía.
Ascanio habría investigado los residuos de la empresa Papers por denuncias efectuadas por los vecinos de la zona. Éstos aseguraban que la empresa arrojaba sus desechos en el río, ocasionando malestar general en la salud de la población aledaña a la zona, especialmente en niños y ancianos.
A partir de las investigaciones de Ascanio, se realizaron estudios que confirmaron que el agua potable de la zona se encontraba altamente contaminada y no podía ser consumida por el hombre.
A pocos días de emitir juicio a favor de los demandantes, Ascanio comenzó a recibir amenazas telefónicas.
Los colaboradores fueron alertados sobre esto por el juez.
Uno de ellos contó a la redacción que, Ascanio, aseguraba que había intereses políticos a favor de la empresa. Sin embargo, no solicitó la custodia policial.
El 21 de abril, una de sus colaboradoras más importantes, Dra. Francisca Kenz, habló con uno de nuestros cronistas confesándole que sabía dónde se hallaba el cuerpo del juez y cuáles eran los posibles motivos de su asesinato. Inmediatamente se informó del hecho a la Comisaría correspondiente donde se sigue investigando cómo fue el crimen.
El cuerpo se encontraba en una fábrica abandonada en las afueras de la ciudad de Buenos Aires. La causa, nos comentó la Dra. Kenz, posiblemente sea el haber defendido a personas de la ciudad que podían contaminarse con residuos de una empresa, íntimamente relacionada con el gobierno y la mafia política.

Sólo los separaba un par de minutos. Su cuerpo asomaba del balcón. Buscaba entre la gente. Buscaba esa forma particular de caminar.
“Que no arranquen los coches
que se detengan todas las factorías
que la ciudad se llene de largas noches, y calles frías
que se mojen las balas…
que se borren las fotos de las revistas
que se coman a besos las colegialas a los artistas
que se toque la gente…
que no lleguen los trenes a las fronteras
que sean cariñosas, con los clientes, las camareras.

Porque voy a salir esta noche contigo
se quedarán sin coartadas los criminales
y serás mi invitada en paraísos artificiales.”

Francisca: radiante, ondulada, café, aguileña, extravagante. Sintió su cuerpo generoso escurrirse entre sus manos, entre sus sábanas. Noches de tibieza en los rincones de sus cuerpos en los extremos de su piel.
Sus ojos, lentamente, se acostumbraban nuevamente a la luz. _Francisca_ susurra. _¡Francisca!!_ Seguramente ella habría ido en busca de algo. Ese pensamiento lo tranquilizó.
Bajó sus párpados unos segundos y al abrirlos vio el cuerpo inerte de su paciente. La sangre. La noche. Sólo diez minutos.
Valentín Bolskovich rompió a llorar en la soledad de su laboratorio.

jueves, 24 de mayo de 2007

aire puro


SOMOS PECES EN EL AIRE... HACIENDO LO IMPOSIBLE POR TRATAR DE LLEGAR AL AGUA NUEVAMENTE Y PODER SEGUIR NADANDO PARA DONDE NOS LLEVE LA CORRIENTE O EN CONTRA DE ELLA.